¡Hola!
En la entrada del blog de hoy voy a tratar uno
de los temas vistos en la materia «As Linguas Estranxeiras no Contexto Español
e Internacional». En este caso, voy a realizar una breve crítica vinculada a
los contenidos impartidos en el tema 3 que trata sobre el plurilingüismo, la
enseñanza-aprendizaje y la certificación de lenguas extranjeras. Concretamente,
me voy a centrar en la enseñanza de diferentes materias en un idioma extranjero
que contempla la LOMCE en su disposición adicional segunda.
Viñeta: Luis Davila. @OBichero |
La ley establece que los centros pueden
decidir aquellas asignaturas que se van a impartir en un idioma diferente a los
cooficiales, en el caso de Galicia, por tanto, al castellano y al gallego. Con
esto se contribuye al plurilingüismo, ya que uno de los objetivos que marca la
Unión Europea es el empleo de dos lenguas diferentes a la materna. Sin embargo,
estas asignaturas enseñadas en un idioma diferente a la lengua materna no las
imparten personas licenciadas o graduadas en esa lengua, sino que lo hacen
personas tituladas en la asignatura impartida que tengan acreditado, como
mínimo, un B2 en el idioma indicado. Por ejemplo, una profesora de Ciencias
Sociales que tenga que dar su materia en algún curso en inglés, porque así lo
ha establecido el centro, tiene que tener simplemente un B2 y lo mismo sucede
si un profesor de Biología y Geología tiene que enseñar sus contenidos en
inglés. Esta tendencia, cada vez más extendida en la enseñanza española y que
genera una especie de plus a los centros que la siguen presenta, en mi opinión,
una serie de ventajas y desventajas.
Si bien es cierto que la enseñanza de
múltiples materias en idiomas, como el inglés o el francés, permite al alumnado
aumentar sus conocimientos en estas lenguas y recibir un aprendizaje
significativo, considero que también se presentan múltiples inconvenientes. Uno
de ellos y, para mí, el principal es que los alumnos y las alumnas pueden no
asimilar bien ni los contenidos transmitidos ni el idioma escogido para ello.
Por un lado, siempre hay una parte del alumnado a la que le puede costar
estudiar determinadas asignaturas, pese a que estén impartidas en su propio
idioma, por lo que la situación se complica de manera notable si, aún encima, lo
tienen que hacer en un idioma que no es su lengua materna y que les puede
resultar complejo. Por otro lado, para poder enseñar una materia en un idioma
extranjero, considero que hay que tener un buen nivel de dicho idioma que
permita manejar los tecnicismos requeridos y que la transmisión del mensaje sea
la adecuada. Aunque la ley especifica que lo que prima es la comunicación y la expresión
oral y que, puntualmente, el profesorado se puede ayudar de las lenguas
cooficiales para reforzar lo enseñado, considero que la posesión de un título
que acredite un B2 dentro del Marco Común de Referencia Europeo no es
suficiente. Asimismo, y, por lo tanto, creo que el nivel que los alumnos y las alumnas
tienen en los diferentes cursos de la Educación Secundaria Obligatoria tampoco
es suficiente como para poder defenderse con soltura en diferentes materias y
muchos menos realizar las actividades y los ejercicios en ese idioma,
contribuyendo en muchos casos al fracaso escolar. Si lo que se quiere es que el
alumnado se maneje sin problemas en otros idiomas, igual la solución sería
dedicarle más horas a la primera o segunda lengua extranjera, con una mayor
flexibilidad en cuanto a la metodología.
También es importante, en mi opinión, plantear
la situación en la que se quedan las lenguas cooficiales, en aquellas
comunidades que las tienen, ante la situación antes mencionada. Hay algunas
materias que por ley se imparten, por ejemplo, en gallego en nuestra Comunidad
y que pasan a impartirse en determinados cursos en terceros idiomas.
Considero que el hecho de dar las clases en español y gallego es esencial para el mantenimiento de ambas lenguas y, sobre todo, para potenciar, mantener y proteger el gallego, un idioma que cada vez hablan menos gallegos y que ha encontrado en las aulas un vehículo de protección, pese a que haya padres y madres que se opongan a ello. El bilingüismo es fundamental y es una gran riqueza cultural, por lo que la entrada de otros idiomas y el restarle materias y horas en su uso no me parece lo más adecuado, sino que para mí puede llegar a ser contraproducente. Por lo tanto, creo que en la toma de decisiones por parte de los centros esto también hay que tenerlo muy en cuenta.
Considero que el hecho de dar las clases en español y gallego es esencial para el mantenimiento de ambas lenguas y, sobre todo, para potenciar, mantener y proteger el gallego, un idioma que cada vez hablan menos gallegos y que ha encontrado en las aulas un vehículo de protección, pese a que haya padres y madres que se opongan a ello. El bilingüismo es fundamental y es una gran riqueza cultural, por lo que la entrada de otros idiomas y el restarle materias y horas en su uso no me parece lo más adecuado, sino que para mí puede llegar a ser contraproducente. Por lo tanto, creo que en la toma de decisiones por parte de los centros esto también hay que tenerlo muy en cuenta.
Viñeta: Luis Davila. @OBichero |
En conclusión, creo que, en primer lugar, la
solución ideal sería que se ampliaran el número de horas dedicadas a las
lenguas extranjeras si se quiere conseguir el objetivo marcado por la Unión
Europea, sobre todo, desde edades muy tempranas. En segundo lugar, considero
que los centros deberían plantearse el nivel del alumnado que va a recibir las
clases de una materia en otro idioma y, en caso de tomar la decisión de
impartir dicha asignatura, lo debería hacer en los cursos superiores de la ESO,
cuando los alumnos y las alumnas tienen un mejor conocimiento del idioma en
cuestión. Por último, el profesorado debería tener un título de C1, como
mínimo, para dar las clases y recibir constantes cursos donde practiquen el
idioma.
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